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Evolución del Propósito, Evasión Espiritual, y Alineando El Negocio A Un Orden Mayor
Estas últimas semanas me he pillado intentando forzar que mi mensaje fuera perfecto.
He estado atrapado en una clásica parálisis por análisis.
Esa sensación de que no puedo avanzar hasta tener la claridad absoluta (perfeccionsimo)…
Siempre que me pasa eso vuelvo a mi ritual de claridad:
Hacer Transformación Subconsciente, reconectar con mi visión, mi oferta, mi estrategia y objetivos anuales y desde ahí ir construyendo mi claridad desde el movimiento.
Después de este proceso no hay vez que no vuelva a esta conclusión:
La claridad sobre tu mensaje no la desarrollas estando parado. La desarrollas moviéndote con la claridad que tienes ahora (por muy poca que sea).
Y aunque eso me ayudó… esta vez era distinto.
La confusión no venía de no saber cuál era mi propuesta de valor, nicho o transformación.
Venía de algo más sutil.
Me di cuenta de que mi mensaje ya no reflejaba la profundidad del enfoque que había estado cultivando.
Después de semanas de reflexión, estudio y transformación interior, algo en mí sentía que el negocio que había construido ya no estaba a la altura de la visión que empezaba a intuir.
Y eso generó una ruptura interna.
Como si lo que hacía ya no tuviera sentido.
O más bien, como si el significado que le daba antes se hubiese quedado corto.
¿Realmente esto es lo que quiero aportar al mundo?
De repente sentí que el valor que quería brindar iba más allá de ayudar a consolidar un negocio alrededor de lo que amas y dejar de sabotear tu voluntad consciente.
Sentía que debía enfocarlo más al trabajo interior profundo: guía en despertar, trabajo de trauma y sombra, trabajo con la sombra, implementación de prácticas de cuerpo, mente, y espíritu, etc…
Estaba tratando de dedicarme a una propósito más metafísico y trascendente cuando la vida me está pidiendo que me dedique a un propósito más terrenal y básico (cuando en verdad está estrechamente conectado, lo trascendente no puede ocurrir sin lo terrenal)
Es decir, tenía la creencia de que al dedicarme a objetivos propios de un nivel de desarrollo más mundano y inferior estaba dedicandome a un propósito de menor importancia, cuando en verdad, solo es lo que este nivel de mi camino evolutivo me está pidiendo.
La vida ahora me está pidiendo que ayude a otros guías, coaches, terapeutas a romper sus patrones de sabotaje y a vender el valor que yace en su experiencia, dones, habilidades, intereses…
Pero de repente me vi cayendo en una trampa sutil:
“¿No debería estar dedicándome a guiar a otros en su despertar espiritual, trabajar con trauma, trabajar con sombra, implementación de prácticas de cuerpo, mente, espíritu, y facilitar el progreso de su evolución humana?”
Como si dedicarme a la parte de negocio fuera menos noble. Menos profundo. Menos...“espiritual”.
Y ahí es donde todo hizo clic.
Estaba rechazando el nivel de desarrollo en el que estoy.
Quería saltar a un propósito más elevado, más metafísico, más trascendente…
Cuando en realidad, la vida me está pidiendo que esté aquí ahora, presente con los desafíos que tengo delante, es decir, en lo básico, en lo concreto, en lo mundano.
Porque, ¿cómo puede crecer un árbol por las ramas si no ha echado raíces?
Negar la etapa en la que estás, es negar la vida tal como se te presenta.
Durante estas tres semanas, he estado en una lucha interna:
quería dedicarme a un propósito más “espiritual”, “elevado”, “profundo”, cuando mis circunstancias —mis objetivos económicos, mi enfoque con el negocio, mis clientes— me estaban pidiendo que me enraizara en algo más “mundano”.
Como por ejemplo: mejorar la plataforma para alumnos, conseguir resultados para clientes, crear cada día, hacer ventas, optimizar sistemas…
En resumen: Ayudar a otros a compartir y vender el valor de su experiencia, sus dones, sus talentos… era percibido por una parte de mí como algo “menos importante”.
Pero no lo es.
Estaba cayendo en una trampa que veo mucho en el mundo espiritual:
Intentar ocupar un propósito más elevado para evitar lo que la vida o mi negocio me está pidiendo ahora.
No buscaba evitarlo porque no me guste lo que hago, sino porque ahí está mi mayor punto de fricción. Es decir, donde más oportunidad de mejora tengo ahora mismo y por ende donde más probablidad tengo de cometer errores, y eso el ego lo odia.
Inconscientemente, al ego le pareció sensata la idea de escapar esos desafíos para estar al servicio de un propósito más “elevado” que involucrara menos esas acciones. Espero que veas lo peligroso que puede ser seguir por este camino.
Esta es la verdad que no veía:
Donde hay fricción, hay ego.
Y donde hay ego, hay oportunidad de crecimiento.
Estaba intentando identificarme con un “yo” más elevado, más despierto, más visionario…sin haber integrado aún los niveles más básicos:
Mi estructura mental actual
Los hábitos que se requieren de mi ahora
Mis objetivos financieros actuales
Mi relación con la acción imperfecta
Y es ahí donde me di cuenta de algo muy doloroso:
Estaba usando la espiritualidad para evitar lo que más me confrontaba.
Esto es lo que se llama spiritual bypassing o evasión espiritual.
En The Religion of Tomorrow, Ken Wilber lo explica con una precisión brutal:
“Muchos intentan saltar a un estadio espiritual más alto como una forma de evitar conflictos o tensiones no resueltas en estadios más básicos.”
Y me di cuenta de que esto no me pasa solo a mí.
Le pasa a muchísima gente que se considera consciente o espiritual.
Nos sentimos abrumados por nuestros problemas personales y nos refugiamos en el trabajo interior o en lo “espiritual” como forma de evasión.
Creemos que estamos contribuyendo al despertar colectivo…cuando en realidad estamos huyendo de nuestra vida concreta:
Un trabajo que no nos llena
Un estilo de vida que nos desagrada
Una economía inestable
Conflictos no resueltos
Una relación que necesita atención
O simplemente, la incomodidad de tomar la acción que sabemos que debemos tomar
Y aquí va una verdad que no me resulta cómoda de decir, pero que siento que necesitas leer:
No puedes contribuir a la evolución del mundo si no estás resolviendo tus problemas personales.
Estos lo que quiero decir cuando digo “lo trascendente no puede ocurrir sin lo terrenal”.
No puedes operar desde autenticidad si estás condicionado por la necesidad de que “algo externo” te salve.
¿Como vas a operar desde la autenticidad si no has cubierto tus necesidades más básicas (como tener suficiente dinero para vivir sin estrés en ese area)?
Siempre necesitarás algo de alguien. El dinero es una necesidad básica en este mundo.
Te digo todo esto porque si lo que realmente te interesa es contribuir a tu propia evolución espiritual y a la colectiva, es necesario que te inclines hacia habilidades básicas (marketing, ventas, creación de valor) para poder cubrir tus necesidades de supervivencia y desde ahí dedicarte a solucionar problemas más enfocados en expandir la frontera evolutiva del ser humano.
Por ejemplo: Elon Musk no empezó su carrera queriendo solucionar el problema de habitar Marte por tal de asegurar la supervivencia de la especie humana. Empezó solucionando problemas más básicos y conforme fue trascendiéndolos fue llegando al problema de habitar otro planeta.
Por tanto, ¿y si los desafíos y problemas más mundanos que tienes ahora son tu práctica espiritual?
Así que quiero compartirte 3 perspectivas que me han ayudado a integrar todo esto:
1. El propósito "mundano" es tan sagrado como el trascendente.
El alma no distingue entre lo que tú llamas “ventas” y lo que llamas “espiritualidad”.
Solo ve si estás habitando tu dharma o huyendo de él.
Desde una perspectiva integral, el acto de ayudar a un coach o guía a dejar de autosabotearse para vender su servicio con integridad es parte del despertar.
Lo mundano es el portal. La acción adecuada a tu nivel actual de desarrollo y integración es lo divino en acción.
¿Puedes ver el acto de estructurar tu embudo de ventas como una práctica espiritual?
2. No estás "en una capa superficial del propósito". Estás en la capa correcta.
Cada etapa del desarrollo humano tiene su Dharma.
Estás donde necesitas estar, y lo que estás ofreciendo ya está profundamente alineado con el "llamado vertical" de trascender los niveles de consciencia humana.
La forma actual es una fase embrionaria, no el desenlace.
3. No tienes que elegir entre el negocio y el despertar. Tu mensaje ES la integración de las dos.
El peligro está en pensar que tu mensaje debe sonar a espiritualidad.
Cuando en realidad, lo revolucionario es encarnar una espiritualidad encarnada, práctica, cotidiana y económicamente sostenible.
Solo falta que le des valor espiritual o dignidad sagrada a lo básico.
Y en el fondo de toda esta inquietud, hay algo que nos une a todos:
El deseo de hacer algo profundamente significativo con nuestra vida.
Algo en mí estaba rechazando lo que hacía por miedo a que no tuviera sentido.
Cuando en realidad, el sentido no viene de “lo que haces” sino de desde dónde lo haces.
Y con eso te dejo una pregunta en la que profundizaré al detalle en la próxima newsletter:
¿Cómo alinear tu negocio con un orden y bien mayor, sin usarlo como excusa para evitar lo que tienes que hacer hoy?
Gracias por leer hasta aquí.
Seguimos caminando juntos.
Emil.
Si quieres conocer en detalle como puedes trabajar conmigo y si encajas con lo que hago dentro de la Incubadora de Maestria Integral y Monetización Creativa, escríbeme por aquí.